Lo que nadie se atreve a decir sobre la “cultura del bienestar”
7/22/20253 min read


En un contexto donde el discurso oficial busca imponer una visión única del país, el PRI Nacional ha vuelto a poner sobre la mesa una discusión urgente: el uso político de la cultura como mecanismo de propaganda y control. Esta semana, lo hizo a través de una columna firmada por su secretario de Cultura, Bismarck Izquierdo, publicada en Plano Informativo Aguascalientes y Enlace Noticias 24, bajo el título “Propaganda cultural e indigenismo”.
Lejos de los aplausos automáticos y los slogans fáciles, Izquierdo plantea una crítica de fondo: el actual gobierno ha vaciado de contenido las políticas culturales para convertirlas en un instrumento populista, donde el folclor sustituye a la reflexión, y el supuesto respeto a los pueblos originarios es solo un disfraz para el lucro político y la división social.
“La propaganda del bienestar cultural que ha sido desplegada desde las oficinas federales es uno de los grandes fracasos del movimiento de la falsa transformación”, afirma contundente el texto.
La columna no escatima en señalar cómo, bajo el discurso de “rescate de la identidad” y “reivindicación de los pueblos originarios”, el oficialismo ha creado un nuevo modelo de manipulación social: el uso selectivo y oportunista del indigenismo para legitimar su proyecto político.
“Se ha lucrado políticamente con las comunidades originarias mientras se les sigue marginando en lo fundamental: acceso real a salud, educación, justicia y participación en la toma de decisiones”, denuncia Izquierdo.
El “falso folclorismo”, como lo llama, es una operación de simulación que reduce la cultura a estampas turísticas y festivales sin contenido transformador. En lugar de impulsar una política cultural profunda, participativa y diversa, el gobierno ha optado por el espectáculo vacío.
Desde su fundación, el PRI ha sostenido una concepción amplia de la cultura: no solo como expresión artística o tradición, sino como motor de cohesión social, educación crítica y fortalecimiento de la identidad nacional.
Por ello, el partido —a través de su Secretaría de Cultura— alerta sobre la peligrosa instrumentalización del arte, la historia y las raíces nacionales para generar una narrativa hegemónica desde el poder.
“Se ha olvidado que la unidad nacional se logra sin grietas sociales, sin distingos raciales y sin divisionismo artificial; muy sencillo: cultura hay una, la mexicana”, afirma Izquierdo.
Esta visión del PRI no niega la pluralidad ni la riqueza multicultural del país. Al contrario: la reconoce y la integra como parte de un proyecto nacional inclusivo, que no fomente el enfrentamiento entre sectores, sino la construcción de puentes culturales, históricos y sociales.
Uno de los señalamientos más duros de la columna es contra la lógica populista que domina el actual gobierno federal, la cual necesita constantemente “enemigos” y “bandos” para sostenerse. Y la cultura, en ese contexto, es convertida en un campo de batalla simbólica, donde quien no se somete al discurso oficial es acusado de “conservador” o “elitista”.
“El populismo siempre busca enemigos para fomentar una división en la sociedad”, recuerda Izquierdo. Y esa estrategia, agrega, no solo debilita a las instituciones culturales, sino que fractura el tejido simbólico del país.
El PRI, por el contrario, ha reiterado su compromiso con una cultura libre, crítica, diversa y profundamente mexicana, que sea herramienta de transformación real, no de propaganda.
- Cultura, identidad y ciudadanía: afiliarse al PRI como un acto de conciencia
Frente a este panorama, el PRI Nacional invita a todas y todos los ciudadanos que creen en la cultura como base de la democracia, a sumarse a su proyecto. Afiliarse al PRI no es solo un acto político, es también un gesto cultural: una apuesta por el pensamiento, la pluralidad, la historia compartida y el respeto por la inteligencia del pueblo.
En un país donde las voces libres cada vez enfrentan más obstáculos, el PRI se mantiene como un espacio de ideas, no de consignas; de propuestas, no de dogmas; de crítica, no de sumisión.
“México necesita recuperar su rumbo cultural, su autoestima colectiva y su diversidad sin artificios. Y para eso, se necesita también recuperar la política desde la razón, no desde la manipulación emocional”, concluye Izquierdo.
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